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Notas de prensa

La Educación Sexual y la Infancia

14/02/2019

Aprovechando el Día Europeo de la Salud Sexual (14 de febrero), desde SIDA STUDI queremos reivindicar la necesidad de recibir una Educación Sexual a lo largo de todo el ciclo vital, es decir, desde la infancia.

Infancia y sexualidad a menudo aparecen como conceptos antagónicos los cuales es necesario mantener separados. Esta dicotomía queda reflejada en la actitud respecto a los Derechos Sexuales en la infancia, en la falta de reconocimiento explícito y en los debates en torno a temas como la Educación Sexual en los cuales, por supuesto, niños y niñas no son interlocutoras.

Los niños y niñas tienen el derecho a decidir sobre sus sexualidades; tienen el derecho a disfrutar de una buena salud sexual; y tienen el derecho a no sufrir ninguna discriminación directamente relacionada con sus  sexualidades o de cualquier otro tipo que tenga cualquier impacto en sus sexualidades. No obstante, la problemática conjugación entre sexualidad e infancia, se ha traducido en una regulación de los Derechos Sexuales como ámbito exclusivo del mundo adulto y ha implicado el aislamiento de la infancia. La consecuencia más grave es que se deja sin protección a un grupo en condición de extrema vulnerabilidad.

Es importante vincular las sexualidades a la salud, al bienestar y, como decíamos, a los derechos sexuales (el derecho a explorar la desnudez, el cuerpo, la identidad de género, a preguntar sobre sexualidad, a decir no, etc.) para generar conciencia de los derechos propios, confianza y una actitud de “mi cuerpo y mi sexualidad me pertenecen”. El primer paso para la Educación Sexual es permitir la exploración. En la infancia las experimentaciones de las sexualidades son un juego más, y como cualquier otro juego es vital que todas las involucradas estén a gusto.

Desde bien pronto las personas interiorizamos las prescripciones sociales relacionadas con la sexualidad: «no te masturbes en público», «no enseñes tu cuerpo», «no juegues a este juego». De este modo, la Educación Sexual de muchas de nosotras se va configurando de manera informal. Que no se hable en casa, que se cambie de canal cuando sale una escena erótica, etc., constituyen mensajes implícitos que pueden generar sentimientos como la vergüenza y la culpa. Por lo tanto, resulta conveniente hablar abiertamente sobre sexualidades, en positivo y con contenidos adecuados para cada edad. Explicar los acuerdos sociales alrededor de las sexualidades: no nos masturbamos en público, no tocamos a alguien que no quiere, juguemos entre personas de edad similar, entre otros, constituyen fórmulas para educar permitiendo el desarrollo personal y, al mismo tiempo, facilitando estrategias y recursos para protegerse de riesgos y abusos.

La Educación Sexual debe que tener como cimiento el modelo de coeducación para atender a las desigualdades de género y corregirlas, y a la vez, esta coeducación tiene que incluir una Educación Sexual con criterios de calidad. Coeducar es llevar el feminismo al aula para transmitir que un mundo igualitario es posible.

Vincular la Educación Sexual a la edad de inicio de determinadas prácticas sexuales, solo refuerza la construcción social de unas sexualidades vinculadas a prácticas como por ejemplo la penetración vaginal, hecho que comporta, entre otras cosas, ofrecer una mirada exclusivamente heterocentrada y coitocéntrica que excluye las sexualidades de muchas personas. Además, comporta reducir el concepto de Educación Sexual a una visión exclusivamente vinculada a determinados riesgos biológicos (embarazos no planificados o infecciones de transmisión sexual) perdiendo la oportunidad de poder trabajar una Educación Sexual verdaderamente fundamentada en Derechos y adaptada a las necesidades de cada ciclo vital que comporte un apoderamiento verdadero de las personas para cuidar de su salud sexual a lo largo de toda la vida.

Así pues, la Educación Sexual es un derecho y una necesidad que tiene que ser cubierta a lo largo de todo el ciclo vital, para poder tener un desarrollo lleno de nuestros cuerpos y nuestras sexualidades, pero también para la construcción de una sociedad equitativa y sin violencias machistas.

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