Resumen
Se asienta este trabajo en dos metáforas que han descrito la irrupción del SIDA. Por un lado, la de Paula Treichler (1987), quien célebremente entendió al sida como una epidemia de la significación. Susan Sontag (1989) nos recuerda otra, de William Burroughs, retomada después por Laurie Anderson: el lenguaje es un virus. Contra la normativización de significados para re-presentar una enfermedad – aquí podríamos recordar que Sontag encontraba también que el SIDA se había representado con las metáforas de la invasión, metáforas militares, o bien metáforas higienistas: la polución, la peste – no resultaría errada la afirmación de que la poesía en torno a la experiencia del VIH ha sido una laboriosa insistencia en la maleabilidad discursiva de la metáfora, en el trabajo reversible por medio de metáforas que contestaron, incluso en momentos en que el virus no era una condición crónica más, sino que era un diagnóstico con prognosis limitada, a esa brevedad irreversible. Desde la poesía de Manuel Ramos Otero, o los “Epitafios” de Severo Sarduy, propongo una mirada transnacional o transcultural del VIH que permita entrar en diálogo, transacción traductiva mediante, con otros poetas – como en el caso particular en mi propuesta – como Tim Dlugos. Persiste en su poesía el trabajo de la metáfora contra un lirismo luctuoso. Sus poemas resultan ser salidas hacia espacios y temporalidades alternativas. Con su alusión etimológica al ovimiento, o al desplazamiento, no podía ser más apta la “metáfora”: frente a la temida brevedad, la imaginación se desata en un giro al que no le falta sarcasmo. Y ensaya una salida: dar vuelta imágenes, expectativas que la inversión acarrea. Ese tipo de símiles y alusiones como “huidas del mundo” forman parte de muchos de sus poemas compilados en Una vida veloz (A Fast Life), la reunión de su obra editada por David Trinidad en 2011 de la que selecciono algunas versiones mías traducidas.