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Volando sin Freud

30/09/2010

Joaquin Ortuño, del departamento de Formación y Prevención de SIDA STUDI, reflexiona sobre la labor de prevención y la educación sexual a partir de los resultados obtenidos en la evaluación anual de los talleres que imparte SIDA STUDI sobre esta materia en las escuelas.

  • Joaquin Ortuño

Ya hace algo más de un siglo que Freud revolucionó la sociedad europea y americana presentándonos a los/las niños como individuos con sexualidad propia; una sexualidad infantil de cuyo desarrollo va a depender, en gran medida, la vivencia de la sexualidad en la edad adulta.

El estudio de la sexualidad durante la etapa de la infancia ha dado paso al estudio del desarrollo sexo-afectivo del ser humano durante todo su ciclo vital, y una cosa se ha sacado en claro: sexualidad tenemos desde que nacemos hasta el momento en que morimos, con todas sus implicaciones. Implicaciones que nos llevan a considerar al ser humano como un ser que busca su propio placer (y por extensión el de los demás) de manera innata. Y la búsqueda del placer pasa también por el sexo. Y aunque estas teorías están ampliamente aceptadas y contrastadas, nosotros y nosotras nos dedicamos a jugar al "corta y pega", y a reinterpretarlas según nuestra moral individual.

Más de 100 años también han pasado desde que el primer avión consiguió levantar su primer vuelo. Desde entonces se han conseguido aviones cada vez más grandes, más rápidos y, a pesar de las políticas económicas de las actuales low-costs, más cómodos. Sin embargo, nunca se ha visto a ningún pasajero o pasajera dándose una vueltecita por las alas del avión y quitando uno o dos de los cuatro reactores porque según su moral individual piensa que así volará mejor. Nadie lo hace y, si alguien tratara de hacerlo, ninguna de las personas del avión se lo permitiría. Nadie lo permitiría porque sabemos que negar una evidencia tiene sus consecuencias. Negar que quitar dos de los cuatro reactores a un avión afecta a la calidad de su vuelo tiene sus consecuencias. Negar que el/la adolescente posee sexualidad y que su vivencia puede pasar por el sexo, también.

Desde hace más de 20 años SIDA STUDI realiza talleres de educación sexual entre los y las jóvenes con el fin de promover una vivencia de la sexualidad lo más saludable posible. Con el objetivo de mejorar dichos talleres y conocer mejor la muestra de participantes que asisten a ellos, SIDA STUDI realiza una evaluación científica anual. Según los resultados obtenidos en la última evaluación realizada el pasado mes de junio sobre los talleres impartidos durante el curso 2009 - 2010, dos de cada diez alumnos/as de 3º de ESO ya han mantenido relaciones sexuales que incluyen el coito (con una o varias personas). La muestra estaba compuesta por 527 jóvenes de entre 14 y 19 años que se encontraban escolarizados/as en los 8 centros educativos participantes, cursando, la mayoría de ellos/as,  3º y 4º de ESO.

Volviendo a nuestro avión, aquí está nuestro primer reactor: según nuestro estudio, parte de los/las adolescentes de 3º de ESO (14 y 15 años) mantienen relaciones sexuales que incluyen el coito antes de haber asistido a los talleres sobre sexualidad que SIDA STUDI realiza. 

¿Y cuál sería nuestro segundo reactor?: los/las adolescentes asumen conductas de riesgo frente al VIH cuando realizan el coito. Una de cada dos personas de nuestra muestra que habían practicado el coito lo habían hecho asumiendo dicho riesgo. Según nuestro estudio, el 22,8% de los/las participantes que asistieron a los talleres "Prevenir para disfrutar", que esta entidad imparte, habrían practicado ya el coito con al menos una o más personas. De este porcentaje, un 46,2% no estaría utilizando siempre el preservativo como método de prevención de ITS.

Evidentemente, si retiramos dos de los cuatro reactores de nuestro avión, el invento volará. En el campo de la prevención, si negamos la teoría de Freud, si negamos que la sexualidad se posee desde que nacemos, que el aprendizaje sobre la sexualidad del adolescente pasa por el sexo y que, según sabemos ahora, no sólo se practica sino que se hace asumiendo conductas de riesgo, nuestro plan de prevención funcionará. Pero, ¿a qué precio? Desde luego, el vuelo no va a alcanzar toda la altura que podría.

Si dos de cada diez alumnos/as de 3º de ESO ya han practicado el coito, asumiendo gran parte de ellos conductas de riesgo frente al VIH, sólo hay una cosa que se puede concluir: el avión de la prevención llega con retraso a las clases.

Nos guste o no, el desarrollo sexual es un proceso innato al ser humano que posee su reflejo en las aulas. Negarlo o no es nuestra decisión, pero asumir las consecuencias, nuestro deber.