Resumen
En los últimos diez años, el porcentaje de mujeres infectadas por VIH
ha ido en aumento. Se calcula que, en la actualidad, alrededor de la
mitad de los 33,4 millones de personas que viven con VIH son mujeres.
Este dato nos alerta de la creciente necesidad de entender y gestionar
las consecuencias a largo plazo de la enfermedad y su tratamiento,
tanto en lo que respecta a la capacidad de las mujeres para asumir su
situación, como en lo relativo a su calidad de vida y su bienestar social
y emocional. A pesar de esta necesidad, la cantidad de investigaciones
publicadas acerca de mujeres que viven con VIH continúa siendo limitada,
y todavía son escasos los ensayos clínicos que buscan la participación
de población femenina. De todos modos, este es un debate aparte. Lo
que sí sabemos es que, con independencia del sexo, el hecho de tener
VIH entraña unos retos importantes para la salud emocional. El
abordaje del VIH como una enfermedad de carácter crónico, y a la vez
aguda y potencialmente mortal, además del estigma asociado y de un
sinfín de repercusiones médicas, conlleva una carga emocional exclusiva
de esta condición. (Extraído de la introducción)